lunes, 4 de diciembre de 2006

27 de marzo de 1970

Hoy es lunes, pero no como tantos otros lunes, es el principio de la semana y el fin de muchas cosas.
Resopla la locomotora y se escucha el último aviso a pasajeros. Un viento de nostalgía recorre las traviesas, conocedoras de que este es su último trabajo. Las vías, hasta hace poco cubiertas por la nieve, se acomodan para dejar paso a los arbustos que inevitablemente se mudarán allí.
La locomotora despide carbón. Es el olor de la despedida, pero de las despedidas de verdad. De esas en las que uno se va, y hasta que no vuelve no se sabe nada, pero en le fondo se siente que todo va a seguir igual.
Se va. Se va el último tren de Canfranc. Y yo no me he subido.

No hay comentarios: