domingo, 26 de noviembre de 2006

Miedo

Tengo mideo, y hoy me doy cuenta, por que el miedo se ha transformado de tal manera que muchas veces me aprece algo natural, se convierten en normales situaciones que no deberían serlo y me resulta casi imposible darme cuenta de que está aquí, conmigo.
El miedo me frena y me impide crecer; me quita alegrias, reproches, besos, tristezas, abarzos, viajes... Por todo eso que me arrebata, sobretodo le tengo miedo al miedo.
Tengo miedo a que los demás no vean lo que realmente soy, o a que si lo ven lo les guste. Tengo miedo a dar mi alma entera y que del otro lado sólo se aprovechen de mi simple existencia, y que la pisen y la tiren a la basura, como si en vez de un alma fuese un trasto viejo.
Tengo miedo a no saber quien soy.
Tengo miedo a abrir el corazón, a quedarme sola, a no ser comprendida, ni querida, ni amada. Miedo a decir lo que siento, miedo a decir no cuando debo; miedo a decir sí cuando realmente vale la pena; miedo de fracasar, pero a la vez miedo a intentar las cosas, o de que puedan pensar si lo estoy intentando.
Y luego lo que me siento es culpable por no haber hecho las cosas y por no tener el valor de hacerlas ahora que puedo, cuando todavía estoy a tiempo.
Tengo miedo de mi misma y de lo que siento a veces, porque me duele y soy yo misma quien me estoy haciendo daño.
El problema es que el miedo abarca muchas cosas pero es un sitio muy pequeño, demasiado pequeño, donde la claustrofobía siempre está al acecho y en seguida tengo más miedo.
Tengo miedo a la soledad, a no tener con quien contar, en quien apoyarme, a quien abrazar ni quien me abrace. A necesitar compañía y no tenerla.
Y sé que no estoy vacia por dentro. Lo que los demás ven es un cascarón de persona, con muchas cosas dentro, con un miedo incontrolable a fracasar, con un miedo incontrolable a ya haber fracasado y no haberme dado cuenta.
Tengo miedo a lo que pienses, digas y sientas por mí. Te tengo miedo a ti, pero, más que a nada en el mundo me tengo miedo a mi misma y a esta cabeza que no para de girar y girar y girar. Da tantas vueltas que con frecuencia me mareo...
Tengo miedo, miedo a sufrir. A que me hagan sufrir o hacerme sufrir a mi misma por ese miedo.
Tengo miedo de no ser considerada, de ser olvidada. Miedo a que nadie me valora, a no dejar huella en quien me importa.
Y es que me muero de miedo. Me gustaría poder parar el tiempo, por un instante, y entonces poder pararme a pensar. Porque en este momento nada es suficiente.
También siento miedo cuando intento recordar, porque entre los recuerdos, desafortunadamente, no todos son buenos y eso me duele.
Tengo miedo a mirarme al espejo y pensar que no me gusta lo que veo, tengo miedo a tener miedo a mirarme en el espejo.
Tengo miedo de descubrir que no valgo. Miedo al futuro, a no saber que es lo que va a venir después y no tener ni idea de como afrontarlo.
Tengo miedo a los demás, al que dirán, a que me miren, a que no me miren.
Tengo miedo, porque, aunque a veces no lo parezca, en le fondo no estoy tan segura de mi misma.
El miedo es una roca plantada en medio de mi camino que no me deja avanzar. Tengo dos opciones: sentarme a mirarla y esperar a que se vaya sóla; o escalarla y saltar por encima, aunque me cueste, y dejarla atrás. Así cuando siga mi camino, cada vez que vuelva la vista atrás la veré más y más pequeña.

3 comentarios:

Monika dijo...

Y quien no tiene miedo carmen???? Yo creo q la vida sin medios perdería mucho de su aliciente, no crees? Sería hasta aburrida... Así q nos toca convivir con nuestros miedos, pero nunca nunca dejar q nos superen!!!!!

Anónimo dijo...

No tengas miedo de estar sola, de mirarte interiormente y de encontrarte en tu silencio.
Teme más bien, engañarte a ti misma, auto convencerte de la mentira o colocar máscaras en tu rostro.

Anónimo dijo...

"El miedo es natural en el prudente, y el vencerlo es lo valiente." ;)